lunes, 21 de noviembre de 2011

Capitanich, en nombre de Dios

Pocas cosas hay más desagradables en un líder que asumir que sus ideas son compartidas acríticamente por todos quienes lo escuchan. Si se trata de un político electo la falta es aún peor, ya que debe saber que lo han votado una variedad de personas y que su posición no es la de un predicador ante su rebaño sino la de un administrador de la diversidad de las necesidades y anhelos humanos. Jorge Capitanich, gobernador de la provincia argentina del Chaco, no consideró prudente atenerse a estos principios de sentido común y sí, en cambio, decidió hacer explícita su incapacidad dando un discurso donde reniega de los proyectos legislativos sobre el derecho al aborto con base en su religión —es decir, en su ideología personal— pero utilizando lo que casi podría oírse como un plural mayestático: “Nosotros, como creyentes…”.


(Hay una transcripción del discurso si desean leerlo en vez de escucharlo.) Poco me importan a mí las creencias de Capitanich, y estoy seguro de que a muchos de sus votantes tampoco, al menos no hasta el punto de resultar necesario enfatizarlas en un discurso. (Es probable que si Capitanich hubiera anunciado en su campaña que es un ateo anticlerical militante hubiera sacado algunos votos menos, pero no definitorios. El gobernador no fue reelegido por sus ideas ni por méritos individuales, ni siquiera por su adhesión a la moral religiosa.) Sí debería importar la exclusión implícita de los no creyentes y el obvio conflicto de intereses entre los gobernados por Capitanich y aquellos a quienes realmente se dirigió el discurso. Porque es ingenuo pensar que Capitanich necesita asegurar a los ciudadanos que no va a apoyar el aborto. Chaco no define el debate nacional; los diputados y senadores que responden a Capitanich son pocos; el debate apenas empezó y ya se interrumpió. El mensaje de Capitanich está dirigido más bien a sus jefes de la Iglesia Católica y a los referentes religiosos antiderechos en general, no al pueblo de Chaco, al cual poco le pueden interesar las disquisiciones metafísicas del gobernador habiendo tantos problemas más urgentes que resolver.

No es la primera vez que Capitanich pone su catolicismo recalcitrante y genuflexo por delante de sus deberes como funcionario. Hizo lo mismo en noviembre de 2009, apenas comenzado el debate por el matrimonio igualitario, aunque aquella vez tuvo aunque sea el recato de esperar a que una movilización “espontánea” de ciudadanos le entregara un petitorio “en defensa de la familia” (es decir, anti-gay). Esto ya es historia antigua, igual que los rumores que por un tiempo corrieron sobre la supuesta candidatura a vicepresidente de este felpudo episcopal, que afortunadamente no llegó a concretarse.

En Página/12 hay una nota bastante buena (Ateos, abstenerse) sobre el tema, que vale la pena leer porque concluye con lo obvio que casi nadie quiere decir con claridad: que no se puede hablar racionalmente de Dios en el ejercicio de la política. Le falta, para ser muy buena, mencionar que tal irracionalidad no es en modo alguno patrimonio exclusivo de Jorge Capitanich dentro del movimiento kirchnerista, hoy mayoritario. Del otro lamesotanas mencionado allí, Juan Manuel Urtubey, he escrito sin nombrarlo al mencionar la implantación de la indoctrinación religiosa en las escuelas públicas de la provincia que gobierna. La cronista, Nora Veiras, le reprocha a Capitanich haber falseado el discurso de Cristina Kirchner sobre la extensión de la Asignación Universal por Hijo a las embarazadas desde el fin del primer trimestre de gestación, pero esa única mención del kirchnerismo es defensiva en vez de crítica. Deja afuera a la presidenta, que hace pocos días recibió formalmente al jefe de los obispos católicos y le confirmó que ella está, como siempre ha estado, en contra del derecho de las mujeres a decidir sobre su reproducción. Si no hay señales positivas hacia la laicidad desde ese nivel, hoy fortalecido por un caudal de votos y de aprobación social inéditos, ¿qué se puede esperar de personajes de la calaña de Urtubey o Capitanich, cómodamente atrincherados en sus feudos?

3 comentarios:

  1. Lo más irónico es que si uno crítica estos discursos fundamentalistas no falta el que te acusa de inquisidor y de estar "pidiendo la hoguera " para Capitanich.

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  2. Alejandro Paiz Meschler22 de noviembre de 2011, 11:11

    Lamentable el discurso del gobernador de Chaco. Me siento avergonzado de vivir en un país donde individuos con tal nivel de ignorancia lleguen a ocupar puestos tan importantes.
    El artículo de Nora Veiras en Página12, al que hace referencia Pablo en su artículo, es excelente. No hay mucho más que agregar al mismo. Recomiendo a todos su lectura.

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  3. Pero, amigo... los polìticos argentinos son en su mayorià chupacirios. Ni hablar del nivel intelectual de la Presidente...  creo que discutir con una lata de tomates es màs productivo.

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