jueves, 3 de febrero de 2011

Sofismas sobre el SIDA y los preservativos (A224)

La Iglesia no se rinde, a pesar del golpe mediático que le significaron las declaraciones informales del Papa Benedicto XVI sobre el uso de preservativos. Cuando el Papa miente, los demás católicos no pueden corregirlo, así que todos, incluidos los profesionales médicos, deben mostrarse de acuerdo. Por otro lado, hay una preocupación importante entre los filósofos papistas y los propagandistas en general porque dentro de la misma Iglesia, entre sus mismos líderes y académicos destacados, existen dudas sobre la necesidad de seguir sosteniendo la doctrina inhumana e irrealista sobre la moral sexual y el uso de los condones.

Michel Schooyans es un filósofo y teólogo de la Academia Pontificia por la Vida, es decir, el organismo que se encarga de condenar el sexo de los demás cuando no se hace exactamente como le gusta al Papa. Escribió una reflexión sobre el tema que la agencia Zenit publicó en dos partes (I, II) y que vale mucho la pena leer. Aquí, unas perlas encontradas entre el fango:
Ya que estas declaraciones se refieren al uso del preservativo como medio para no contraer el SIDA, a menudo producen una profunda confusión en la opinión pública y en la Iglesia. Estas declaraciones se acompañan frecuentemente de sorprendentes comentarios sobre la persona del Papa y sobre sus funciones, así como sobre la autoridad de la Iglesia.
Michel Schooyans
¡“Sorprendentes”! Uno casi puede palpar el (seguramente fingido) aire de indignación de este pseudofilósofo a sueldo cuando casi todo el mundo con un mínimo de sensatez cuestiona la figura y las palabras de un viejo teólogo célibe que vive enclaustrado en un palacio medieval y se atreve a opinar sobre las modalidades permitidas del sexo en el siglo XXI. Incluso dentro de la Iglesia nadie debería “sorprenderse” de que haya disenso y confusión. La Iglesia comenzó con una puja entre Pedro, el líder de los apóstoles y uno de los pocos testigos presenciales íntimos de la enseñanza de Jesús, y Pablo, el inventor del cristianismo como fe proselitista (que nunca conoció a Jesús pero se autonombró apóstol porque según él lo vio en una luz brillante al caerse de su caballo).

Schooyans habla del asunto como un tema de moral pero no pasan muchos párrafos antes de comenzar con la desinformación objetiva:
¿Cómo se puede no haber constatado que el efecto de contención del condón es en realidad bastante ilusorio? Es así en cuanto a que el preservativo es mecánicamente frágil, y que anima y incrementa el número de las parejas y la variedad de las experiencias sexuales. Por estos motivos se aumentan los riegos en vez de reducirlos.
Cada una de estas frases es falsa y se ha comprobado científicamente que lo es.
Las declaraciones de estos dignatarios no citan recientes estudios de innegable valor científico, como el del doctor Jacques Suaudeau.
¿Y quién es Jacques Suaudeau, sino un miembro de la Academia Pontificia por la Vida? ¡Todo un estudio independiente! Otro estudio, éste sí independiente, afirma según la cita (truncada y descontextualizada):
“Es oportuno […] subrayar que el condón está considerado como un medio de anticoncepción. Sin embargo […] la tasa de fracaso está colocada generalmente entre el 5% y el 12% por pareja, y por año de uso”.
La tasa de fracaso es el porcentaje de parejas sexualmente activas que conciben en un año a pesar de utilizar habitualmente el preservativo. Esta tasa no es la tasa de falla de los preservativos. El número (bastante poco preciso además) se basa en el uso “típico” del preservativo, que puede ser inconsistente e incorrecto. Esto significa que el hombre quizá olvide usarlo a veces, quizá se lo coloque mal o a mitad de camino de la relación sexual, o no lo utilice cuando no le parezca necesario a pesar de que en realidad lo sea.
“A priori […] con el virus de VIH que es 500 veces más pequeño que el esperma, es difícil pensar en una tasa de fracaso inferior.”
Esta falacia ya la han repetido hasta el hartazgo los apologistas del sexo católico. Es ridícula planteada así —es mezclar peras con manzanas— pero no por eso deja de figurar en su manual, y se enseña y propaga activamente. El HIV no es como un espermatozoide y una infección por HIV no es como un embarazo. Más allá de eso, se ha comprobado empíricamente. Si el preservativo fuera tan inútil, ya nos hubiéramos dado cuenta.

Hay mucho más de esto, pero la crítica parece ser que se le dice a la sociedad que el preservativo es la única forma de prevenir el SIDA y que su uso garantiza la seguridad al 100%. Esto es falso. Cierto es que muchas campañas publicitarias a favor del uso preventivo del condón están mal diseñadas. Pero la causa principal del uso inconsistente o inadecuado del preservativo es la falta de educación sexual en la escuela y en la familia, educación a la que la Iglesia se opone (lo que los católicos llaman educación sexual es pura moralina).

El eje pasa porque la Iglesia no puede transigir:
Se deduce que la Iglesia no predica una moral sexual a los “compañeros”. En vez de esto propone una moral conyugal y familiar. Se dirige a los “esposos”, parejas unidas sacramentalmente en una matrimonio monógamo y heterosexual. Sin embargo las consideraciones de los dignatarios van dirigidas a los “compañeros”, que tienen relaciones pre o extramatrimoniales, intermitentes o persistentes, heterosexuales, homosexuales, lésbicas...No se entiende porque la Iglesia, y mucho menos los titulares del Magisterio, deban -arriesgando el escándalo- socorrer a los que practican el vagabundeo sexual y sentirse responsables del pecado de quien, en muchos casos, no se interesa lo más mínimo, ni en la teoría ni en la práctica, de la moral cristiana.
Más claro, échele agua. La Iglesia (que tiene derecho a inmiscuirse en la vida de todos nosotros) no tiene por qué “socorrer a los que practican el vagabundeo sexual” ni sentirse responsable por el pecado —ni la muerte por enfermedades relacionadas al SIDA, aparentemente— de los que no quieren seguir “la moral cristiana”. La Iglesia, pura y mística, no puede mancharse con los grises de la vida real. ¡Sería como si el hijo de Dios se mezclara con prostitutas o se sentara a comer con cobradores de impuestos! Muy bien, si así lo deciden, nadie los obliga, pero entonces cállense la boca y no salgan a predicar a los diarios y la TV; transmitan la doctrina en persona o por telecomunicaciones cerradas punto a punto a los grupos de fieles fanáticos que encuentren, si es que encuentran alguno donde no haya nadie con interés en el “vagabundeo sexual”, que es lo que el resto del mundo entiende como sexo a secas.

4 comentarios:

  1. qué groso ser un vagabundo sexual , me voy a hacer una remera con esa frase y otras tantas para mis parejas ocasionales

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  2. Dicen que la iglesia no se hace responsable de los que no siguen su doctrina, pero bien que van de caravana de país en país para promover leyes acorde con sus prejuicios religiosos. Hasta tienen el tupé de invocar los derechos humanos... en contra de la ampliación de los derechos a las minorías (increíble esa campaña "queremos papá y mamá").

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  3. exacto el comentario sobre las licencias "morales" de imponer su autoridad "papal",a quienes pasan de la iglesia catolica y de su falsa autoridad moral;El responsable de este comentario deberia estar encumbrado como principe moral,y el falso principe moral del catolisismo o sea el "papa",deberia aprender con modestia de este,desgraciadamente por efecto de la todopoderosa prensa informativa,se le da promonencia a los desvarios de un senil y perdido pordisero moral,como sin duda es el "papa",es para mi profundamente lamentable esta tirania ridicula de los medios informativos

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  4. La última frase "sexo a secas" se me hizo un poco dolorosa... :P

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